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Tal vez apoyarse en la persona equivocada para cerrar las heridas pase factura.

Tal vez aceptar la realidad que no soy capaz de admitir sea un gran salto hacia “algo” abstracto.

Admitir y aprender que a cada paso hay una razón para llorar, eso es lo que tendría que haber hecho en un principio.


Y es que, cuando te das cuenta de que luchar sólo sirve para prolongar el dolor, decides hundirte en un cúmulo de verdades.


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