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A veces, no paramos de ver las cosas negativamente, y llega un momento en que la autoayuda no sirve de nada. De poco me han servido esos 4 euros que gasté en un libro que yo sabía que no iba a servir para nada. Bah. Como si diesen por sentado que todas las personas nos sentimos igual y nos vamos a recuperar igual.

Nos empeñamos en verlo todo gris,
opaco, monótono y sin fundamento. Nos cansamos de repetir todos los días lo mismo, de no recibir el cariño necesario, ese que hace que puedas mantenterte en pie. Nos aburrimos de levantarnos y pensar que todo va a seguir igual, igual de gris, incluso puede que más oscuro, igual de monótono que el día anterior.

Nos asustan los cambios, nos obligan a estremecernos, a retroceder una y otra vez sobre nuestros propios pasos. Mas sin embargo, los necesitamos. Los necesitamos para aportar ese color a los gélidos momentos, ese que llena de luz los días grises. Los necesitamos para proporcionarnos la adrenalina necesaria. Adrenalina. ¿Lo entiendes? Adrenalina.

La realidad es que la gente no busca cambios. Sino que sólo busca la adrenalina que estos proporcionan (los hay que la tiñen de morado). Pero, sea roja, morada, verde, amarilla o mal coloreada, la seguimos necesitando para el día a día. Mi fuente principal era la adrenalina, la que necesitaba, la que podía ver todos (bueno, casi todos) los días. La que hacía que mis días tuviesen otro matiz. Pero se acabó. Se esfumó. Y todo por recibir la muestra de cariño que tanto necesitaba. Los cambios traen esta adrenalina, y de igual forma se la llevan.

Pues entonces todo es muy fácil. Si se nos acabó la adrenalina, busquémosla camuflada de azul entre las lagunas del pensamiento o de verde en el valle del olvido. Y bueno, hoy la he encontrado, hoy la he liberado. Hoy he podido respirar por fin, he podido reírme de verdad, he podido decir que soy feliz, me he sentido capaz de todo. Y la verdad, si hubiese sabido que era tan fácil lo habría hecho antes.

He podido hablar tranquilamente, sin que me atosiguen ni me presionen a hablar de lo que no quiero. Que ya podrían aprender muchas (daros por aludidas). He dicho lo que he querido y me he sentido bien. Y mira que me quedan cosas. Pero no necesito más. Gracias por ayudarme a ser grande.


Supongo que el día no habría sido completamente perfecto si no existieseis vosotros tres. (Exacto, date tú también por aludido). Y bueno, supongo que a quien más le debo es a mi intermediario, que era la última persona de la que esperaba que hiciese esto.

Gracias Fran.
Gracias Cristina, por todo lo que has hecho y no sabes.
Y gracias a ti también pues... por simpático ^^


No merece la pena anticiparse a las anticipaciones, no de esta manera. No, no la merece. No vale llorar por algo que todavía no ha sucedido. Tiempo siempre sobra... ¿O no?