Sadness & Sorrow

" (...) Y creo que soy una mierda de persona. Que no valgo como amiga, ni como apoyo..."

Había una vez una niña llamada Sorrow. Sorrow siempre era azul, aunque gris a veces. Sorrow era enorme. A Sorrow le gustaba escribir la historia de su vida en clave creyendo que así nadie podría entender su dolor. Sorrow siempre pensaba en los demás, y pocas veces en misma. Sorrow era casi tan frágil como un castillo de naipes, e igual que una montaña de piedras mal agrupadas. Grande, pequeña, grande, pequeña, grande, pequeña, grande... y abajo. Y vuelta a empezar, otra vez, piedra por piedra. Grande, pequeña, grande, pequeña, grande, pequeña... Y con tanta vuelta, aprendió el camino que la llevaba al suelo. Aprendió que el orden debía de ser grande, mediana, pequeña. Daba igual que sus excesos la llevasen a pequeña, mediana y grande. Ya que, Sorrow siempre volvía a empezar a crear su montaña. Sorrow se empeñaba en que así podría construirse una muralla alrededor del corazón para no tener que ver nunca más el color amarillo.
Y entre tanto, Sorrow conoció a Sadness. A Sadness le gustaba abrazar a Sorrow siempre que podía. Sadness era pequeña y estúpida, corriendo a los brazos de Sorrow cuando sus sueños chocaban contra una pared de cemento. Sadness quería mucho a Sorrow, y se lo decía todos los días. Y Sorrow también quería mucho a Sadness. Para Sadness, lo más importante era que Sorrow fuese feliz. Y siempre que Sorrow estaba triste, Sadness trababa de estrechar las comisuras de sus labios. Sadness nunca escuchó a Sorrow llorar, y no quería imaginárselo. Sadness siempre imaginaba a Sorrow con una sonrisa, feliz, riéndose y esperando a mover pieza o a encontrar la piedra adecuada para colocarla encima de la anterior. Y cuando Sadness pensaba en Sorrow llorando, Sadness lloraba. Y cuando a Sorrow le regañaban y la juzgaban, Sadness se enfadaba. Y poco a poco, entre veintisietes de enero y veintiseis de septiembre fueron creciendo. Sadness quería ser una giganta tan buena como Sorrow. Y un día, Sadness se enteró de que a Sorrow le dijeron que era mala. Y Sorrow dijo que era mala amiga. Y mala persona.
Y eso a Sadness no le sentó bien. A Sadness le habría gustado pegarle y darle un abrazo diciéndole que una mala amiga no te escucha siempre que puede o no. Que una mala persona no se preocupa por sus amigos. Que una mala persona nunca pensaría que es una mala persona. Que una mala amiga nunca odiará que llores. Que una mala amiga, no será nunca Sorrow. Porque Sorrow es fuerte.
Fuerte, tanto como las piedras que componen su muralla.